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martes, 16 de noviembre de 2010

¿Tierra y Libertad?

por Giordano Bruno

Ningún noviembre desde 1910, ha tenido la importancia histórica como lo tiene éste. Por varias razones. Pero la más obvia a todas luces es la conmemoración del Centenario de la Revolución Mexicana, que dejados atrás los insulsos y costosos festejos de la Independencia, cobran una nueva dimensión.
El movimiento revolucionario mexicano (Zapatista y Villista) fue un movimiento puramente campesino que supo tener por líderes a hijos legítimos de la tierra, héroes del pueblo mismo, que representaban realmente a los desposeídos y marginados, que en aquel entonces eran todos los campesinos, peones y mineros del país.
"La rebelión de los Colgados" (B.Traven) no es una exageración. Emiliano Zapata y Francisco Villa representaban pues, a la raza que silenciosa trabajaba de sol a sol, obedecía y respetaba al patrón, cosechaba, cuidaba y atendía las grandes haciendas que poseían la oligarquía de aquel entonces y por si fuera poco era fiel a una iglesia que le obsequió ignorancia y mas explotación como muestras por su lealtad.
Sin duda alguna la facción revolucionaria más representativa de todo el movimiento, descansó en Zapata y su ejército de campesinos, sobre todo por la claridad meridiana de sus arengas "Tierra y Libertad" y "La Tierra es de quien la trabaja", manifiestos de los objetivos de la lucha. Una solicitud expedita a ejercer el derecho de gozar del fruto del esfuerzo diario de cultivar el campo. Reivindicaba al campesino. Le recordaba a la sociedad que México era campo, y que sus habitantes exigían hacer valer esa simbiosis irrenunciable con las llanuras, los valles y altiplanos que conformaban la zona central del país y por supuesto la mas explotada por los grandes hacendados, los Salinas, los Slim, los Fox, los Copel (me vale madre si le falta una "p"), y los Bours de la época.
Era una lucha justa desde cualquier punto de vista que inclusive había llamado la atención de otros países que también buscaban un mejor destino en aquel siglo que nacía. El movimiento revolucionario pasó y la tierra nunca llegó, la libertad menos aún. Después de un siglo los campesinos aun no son dueños de la tierra, y los grandes hacendados que mantienen vigente la explotación cambiaron de nombre, empaque y métodos pero en esencia están ahí, al pendiente de sus modernas y perfeccionadas "tiendas de raya". Hoy con un gobierno más porfirista y huertista, que liberal y revolucionario asistimos a un bizarro festejo, en donde los traidores le rinden tributo a los mártires.
¿Y qué mejor manera de festejar y conmemorar al primer movimiento revolucionario campesino del siglo XX, que reducir aun más el ya de por sí, escueto presupuesto para el campo? No se de qué otra forma se puede interpretar esta medida, como no sea una burla pública a los que dieron la vida por un México mas equitativo y justo. El actual gobierno mexicano, al más puro estilo represor vapulea una vez mas a los "sin tierra", a los marginados y desposeídos históricos. ¡Qué gran oportunidad hubiera sido para este gobierno de facto suspender los fatuos desfiles al estilo gringo y los gastos publicitarios decretando una iniciativa para rescatar el campo! Calderón hubiera lavado aunque sea un poquito, las ya conocidas afrentas con las que ha castigado al pueblo de México, si, en vez de recortar el presupuesto al campo, hubiera repartido parcelas populares y cooperativas a los campesinos que se ven obligados a autodeportarse a Estados Unidos, para después ser redeportados de vuelta al país que una vez los expulsó con su indiferencia.
Pero los homenajes a los héroes del movimiento revolucionario no terminan ahí, aparte del recorte de 4 mil millones de pesos, Calderón no solo pierde la oportunidad de solidarizarse con sus paisanos. Aprovecha y se reivindica como tirano al aumentarse el sueldo en un 24%. Sin mencionar la eliminación y represión del sindicato de mineros de Cananea, paradójicamente punto de partida de las rebeliones que hoy festejamos. Es difícil rescatar alguna cosa buena de este gobierno, que de entrada empezó muy mal y torcido.
Pero esto es el colmo de las humillaciones. Cómo no reconocer en él, el legado de Victoriano Huerta, la sombra de Porfirio Díaz. Inclusive no se puede evitar la temible comparación con Luís XV que desde su Versalles (aquí serian Los Pinos), y ante la hambruna del pueblo, decretaba mas impuestos sobre los alimentos (el impuesto al pan fue de hecho el detonante que dio paso a la insurrección popular), fuertemente custodiado por el ejército y mercenarios suizos.
¿Es que no hay nadie que les aconseje? ¿No hay nadie que les haga notar que están reproduciendo las condiciones que anteceden a todas las revoluciones? ¿Qué es lo que se festejará el 20 de Noviembre? ¿Qué significado tendrá el vasto desfile militar que ya se prepara? ¿Qué grado inusitado de desvergüenza y desfachatez se necesita para festejar el movimiento revolucionario mexicano campesino, amputándole la tierra misma, incrementando el presupuesto para el ejército, privándole la educación y la salud a sus hijos y además... por si fuera poco autopremiándose con un aumento de sueldo, que ya era de por si inmoral?
No me queda ninguna duda, que si Zapata y Villa volvieran gracias a una subversiva y clandestina clonación, los volverían a asesinar. Seguramente con el pretexto de sus nexos con los cárteles de la droga.