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jueves, 18 de noviembre de 2010

Ajedrez para la Niñez




por Giordano Bruno




“El ajedrez es demasiada ciencia para ser juego y demasiado juego para ser ciencia.” G. W. Leibniz

En México, de manera cotidiana, admiramos la inteligencia y disciplina que caracterizan a otros países. Reconocemos en el pueblo ruso, cubano, americano y alemán (solo por mencionar unos pocos), una facilidad natural para destacar en las actividades inherentes al pensamiento. El estudio PISA y otras formas de medición académica escolar, solo nos confirman lo que ya todos sabemos o al menos sospechamos. La niñez mexicana esta por debajo de la media en física, matemáticas, resolución de problemas lógicos, música, lenguaje y otros parámetros.
¿Es mera coincidencia que los países destacados en dichas actividades también sobresalgan en el ajedrez? ¿Existe alguna relación? Veamos.

En el caso de la URSS, el ajedrez fue un tema de estado. Mas allá de las discrepancias ideológicas que puedan existir, lo cierto es que la difusión de la cultura jugó un papel crucial en los programas de la Rusia posrevolucionaria. La música, la ciencia, el ajedrez y otras disciplinas fueron difundidos al pueblo como un derecho universal. Caía pues el elitismo histórico que permitía solo a la oligarquía tener acceso a la cultura. El ajedrez era la antitesis de la superficialidad. Era el juego de la mente. Una forma de cortar distancias entre los individuos. Hoy a casi 30 años de la caída del régimen soviético, el pueblo ruso aun goza de las ventajas de haber tenido un programa universal de difusión de la cultura. Son exportadores de talentos en todas sus ramas y por supuesto de ajedrecistas. El caso de Cuba es de admiración. Patria de uno de los mas grandes ajedrecistas de la historia, José Raúl Capablanca.

El pueblo cubano no demoró mucho en asimilar al ajedrez como deporte nacional. Nuevamente al margen de las discrepancias con el régimen actual, el pueblo cubano, aún siendo sometido a un bloqueo económico injusto y represor (del cual México forma parte), se las arregla para seguir siendo vanguardia en casi todas las disciplinas culturales, el ajedrez por supuesto, no es la excepción. En el caso de Alemania, Inglaterra y Estados Unidos, el ajedrez había llegado desde mucho tiempo atrás. Los tres países han tenido una gran tradición ajedrecista que data desde los siglos XVII y XVIII y que ha revindicado en la época moderna. España, Francia, Alemania y otros países de la UE tienen ligas profesionales de ajedrez. Algo impensable en un país como México.

No quiero caer en el simplismo de afirmar que con el ajedrez se corregirán todas las carencias educativas e intelectuales de México.
Sin embargo existen datos basados en evidencias que son irrefutables.

En el ajedrez, así como en las matemáticas y la música es indispensable la abstracción. Dicha abstracción es mucho más fácil de lograr durante la niñez, cuando el cerebro aun se encuentra “virgen”, sin “contaminarse” de otras cuestiones de la vida cotidiana (lea columna “Otro tipo de Abuso Infantil”).
Conforme el ser humano crece y adquiere preocupaciones y responsabilidades, es cada vez más difícil aprender dichas disciplinas. El ajedrez se trata de análisis y toma de decisiones, habilidades fundamentales en un individuo pensante. La relación de la práctica del ajedrez y la disminución de Alzheimer y demencia senil están ampliamente documentadas.

Sabiendo todo lo anterior, ¿Por qué en México no existe un programa nacional de difusión del ajedrez? ¿No se merecen los niños mexicanos ese vasto mundo de entretenimiento sano e imaginación infinita? ¿O es que simplemente el desarrollo intelectual de la niñez no pertenece a la agenda política?


«El desarrollo de nuestra habilidad no consiste en que lleguemos a ser conocedores de las aperturas y diestros en los finales, porque no hay desarrollo sin armonía... Debemos empeñarnos principalmente en jugar todas las partes del juego igualmente bien; esto es, jugar al ajedrez».

Carlos Torre Repetto (el más grande ajedrecista mexicano de todos los tiempos).