Quien es el personaje mas nefasto de la TV mexicana?

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lunes, 6 de diciembre de 2010

La Guerra contra el Narcotráfico


(Una ridícula contradicción)


por Giordano Bruno


“No se puede usar la frase ‘Guerra contra el terrorismo’ sin caer necesariamente en el ridículo”, dijo Noam Chomsky en una de sus conferencias magistrales, refiriéndose a que es justamente Estados Unidos, un estado que ha practicado el terrorismo de manera sistemática. Sus intervenciones y ataques a lo largo y ancho del mundo están hoy suficientemente documentadas. Una legítima y verdadera ‘Guerra contra el terrorismo’ tendría que empezar en el mismísimo corazón del país que exporta la democracia, los derechos civiles y las garantías individuales. Es decir, en Washington D.C.
Una auténtica guerra contra el terrorismo llevaría forzosamente a la detención de personajes como Ronald Reagan, Henrry Kissinger, Dick Cheney, Donald Rumsfeld y Bush padre e hijo (solo por mencionar unos pocos), por su intervención en golpes de estado, invasiones y genocida represión en todo el mundo, por el apoyo logístico, armamentístico y de inteligencia a grupos extremistas (casi siempre de derecha), por practicar y enseñar la tortura de manera sistemática en la Escuela de las Américas, etc.
Es decir, es totalmente ridículo que sea Estados Unidos quien sea el “policía mundial antiterrorista”, cuando son sus mismas administraciones las que lo han practicado de manera tradicional excusándose siempre en el trillado slogan del “Matter of national security” (Cuestiones de seguridad nacional).
¿Se puede usar el mismo razonamiento en el caso de la “Guerra contra el narcotráfico” que libra el actual gobierno mexicano? Ni más ni menos.
Una vez más, para hablar de una guerra legítima contra el narcotráfico tendrían que intervenir bancos, negocios e infraestructura logística de la cual forma parte… ¡el mismo gobierno! Porque, si conviven en fiestas privadas, si se sientan a la mesa a negociar, si se comunican, si comparten estructura, si se ‘infiltran’, entonces el gobierno y las organizaciones criminales no son entidades ajenas y enemigas a muerte, más bien son organizaciones complementarias, que desde una singular y burdamente disfrazada simbiosis, alimentan cada quien sus propios intereses. Cuando el gobierno mexicano anuncia una “guerra contra el narcotráfico”, lo que dice en realidad es que llevará a cabo una guerra en contra de sus propias filas, y eso no sucederá jamás.
Y aquí habría que citar al mismo Benito Mussolini, quien dijo: “El fascismo debiera llamarse corporativismo, porque es la mezcla perfecta del poder del estado y las empresas privadas”. También “La seguridad nacional”, es parte fundamental de la agenda gubernamental. No para encarcelar y castigar a los grandes “narcopolios”, sino para incrementar el presupuesto del ejército y sufragar una “guerra” contradictoria, ridícula y simulada por pura definición.
Y así como CNN, CBS, FOX y el 99.99% de las cadenas televisivas en Estados Unidos apoyaron la injusta guerra contra Irak, legitimaron las mentiras de Bush, llevaron a cabo la crucifixión mediática de todo los “antipatriotas” que se opusieron a la sanguinaria invasión y le “vendieron” al teleauditorio el escandaloso robo financiero que sufrió el pueblo americano después de la guerra, Televisa y TV Azteca legitiman la privatización del petróleo y la salud pública, la aniquilación de los derechos laborales y esa ridícula guerra contra el narcotráfico, que lo único que tiene de legítimo y verdadero, son 30,000 muertos, la pérdida de los derechos civiles por parte del pueblo y las irrefutables pruebas de que no hay “distingos” entre uno y otro bando.
Pero, como dijo W. Goethe: “Nadie es mas esclavo que aquellos que falsamente se creen libres”.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Izquierda, Derecha y Burguesía


por Giordano Bruno


La “Historia de la Revolución Francesa”, de Piotr Kropotkin es de estudio imprescindible para entender las bases económicas, sociales e ideológicas con las que se forjaron los países latinoamericanos durante las primeras décadas del siglo XIX. Las llamadas corrientes de derecha y de izquierda tuvieron su origen en la Asamblea Nacional Parlamentaria de Paris.
La izquierda (llamada así por ubicarse a la izquierda de la sala), era formada por comunistas, socialistas, anarquistas, campesinos y liberales que estaban a favor de los cambios revolucionarios de fondo. Entre otras cosas se proclamaban por la igualdad, por los derechos del hombre, por leyes justas impartidas a todos por igual. Se pronunciaban por eliminar los privilegios, los impuestos injustos y por erradicar el régimen feudal. También exigían la repartición de porciones de tierra para los campesinos llamadas comunas, (he ahí el origen de los comunistas).
La derecha, muy por el contrario (ocupando la derecha del recinto), estaba a favor de la monarquía, los impuestos, privilegios feudales y clericales. Sin embargo durante el curso de las negociaciones y la pugna por los cambios que inevitablemente se estaban gestando, se va decantando una agrupación que apoyándose en la fuerza de la izquierda, van acordando cambios que con la etiqueta de “igualdad” y “liberalismo”, sólo beneficiaban a un grupo limitado de personas. Este grupo de pensadores, comerciantes e ilustrados, a la postre conformaría la burguesía y se consolidaría como el grupo dominante hasta nuestros días.
Ellos habían entendido muy bien que la fuerza motriz de la revolución estaba en el pueblo mismo, en los campesinos furiosos por los impuestos al pan, en las temibles y fornidas “pescaderas” que blandían sus afilados cuchillos pidiendo la cabeza de los especuladores y los potentados. Sabían muy bien que teniendo el control de las masas populares, la derecha firmaría cualquier acuerdo con tal de no morir bajo su ira desbocada.
Y así fue.
Una vez que la burguesía tomó el control, una vez que cayó el rey y con él, la corte y sus feudos, se apuraron en perseguir, reprimir, encarcelar y matar a los comunistas, anarquistas, socialistas y cualquier campesino que reclamara su pedazo de tierra.
Es justo también decir que se proclamaron los derechos del hombre, se eliminaron los derechos divinos de la iglesia (aunque no se expropiaron sus bienes), y se abolieron leyes brutales.
Sin embargo, hay que mencionar que en términos generales la Revolución Francesa, (al igual que la Revolución Mexicana) no le hizo justicia a los más oprimidos. No hubo repartición de la tierra. Y por si fuera poco, se nombraron “ciudadanos activos” (comerciantes, profesionistas, y burgueses en general) y “ciudadanos pasivos” (campesinos y desposeídos). Huelga decir en quiénes descansaban la administración de los gobiernos municipales. El gran beneficiario del movimiento revolucionario fue pues, la burguesía.

La “igualdad” se plasmó en cuanto a leyes económicas, y la “libertad” en cuanto a leyes de mercado. De alguna manera la burguesía vino a traicionar al pueblo, que desde la opresión y la hambruna hizo posible el movimiento revolucionario.
Por eso, todos aquellos que se definen como “de izquierda”, sin estar de acuerdo con una verdadera reforma agraria, ni con la nacionalización del patrimonio (petróleo, minas, etc.), y sin embargo apoyan a las inversiones privadas como única posibilidad de generación de riqueza, y pretenden además hacer la revolución sin tocar los intereses de los grandes capitales, más bien son burgueses. Las cosas por su nombre.
Para terminar transcribo aquí unas líneas de la primera página del capítulo cincuenta y nueve de la ya citada obra de P. Kropotkin y que a mi parecer describen muy bien la situación que se vive hoy:
“…la tierra era el principal instrumento de explotación. Por la tierra el señor era dueño del campesino, y la imposibilidad de poseer su porción de tierra obligaba al campesino indigente a emigrar a la ciudad, donde se entregaba indefenso al fabricante industrial y al especulador.”